HAITI.- La normalidad ronda en las calles de Pechon Ville, una de las zonas más afectadas con el terremoto del 12 de enero.
El comercio está activo, el tránsito fluido y el vaivén de los transeúntes no cesa.
En menos de 24 horas, según los pronósticos, recibirán la embestida de Tomas. Las medidas de precaución ante la llegada del fenómeno son prácticamente nulas.
Para la joven Crisla Joseph, las autoridades ya toman cartas en el asunto de la prevención.
Sin embargo, en los campamentos de refugiados las autoridades brillan por su ausencia.
Bajo esta situación se encuentran más de un millón trescientas mil personas y aseguran que no están listos, porque no se ha hecho ningún plan de contingencia.
Se prevé que en menos de 12 horas Tomas toque territorio haitiano, el peligro es inminente, las guaridas débiles, las alternativas limitadas.
De inmediato, cerraron las oficinas públicas y privadas, se suspendieron las clases, hubo interrupción en los vuelos.
El gobierno anuncia una evacuación obligatoria en las zonas vulnerables, recomienda vayan a casas de amigos y familiares.
Según pasan las horas, las complicaciones aumentan, al igual que la furia del fenómeno que amenaza con pasar por el país más pobre de América convertido en huracán. El centro Nacional de huracanes emite la alerta.
Para la tarde del jueves 4, el cielo completamente nublado, la intensidad de los vientos anunciaban que el nuevo enemigo estaba cerca.
Los intentos por reforzar las frágiles casuchas iniciaron con la llovizna.
Las labores son arduas. Es el refugio conocido como Parc Jean Marie Vicent, en Puerto Príncipe. Más de nueve mil familias se albergan en este recinto.
Grandes y pequeños corren el mismo riesgo. Las aguas incrementan el temor, los hechos podrían ser lamentables, la precaución no existe.
Al caer la noche no hay un lugar seguro donde albergarse, la mayoría de las estructuras quedaron frágiles tras el terremoto.
Después de las 11 de la noche la resignación toco sus puertas, dormir en las casas de campaña es la única opción. Algunos prefirieron esperar a Tomas de pie.
El presidente René Preval a través de los medios locales solicita a todo aquel que tenga la posibilidad de salir del territorio haitiano, hacerlo de forma inmediata, la situación se sale de las manos, el primer mandatario asegura no cuentan con fondos para atender a las posibles víctimas de Tomas.
El pánico es colectivo, la espera se convierte en una pesadilla.
Al amanecer, los rastros de la nocturna embestida, los desechos reflejan la intensidad del ataque.
En la avenida Jack Dessalines la primera posible víctima de Tomas.
El cuerpo permanece tirado, mientras decenas de curiosos lo observan, las autoridades de emergencia son nuevamente los grandes ausentes.
Bajo las lluvias, las actividades no merman, las guaguas abarrotadas de pasajeros y el comercio informal activo.
La fuerza de las aguas del río Momas a la entrada de la comunidad de Leogane anuncia un panorama poco alentador.
Muchos permanecen en sus alrededores desafiando las intensas corrientes del afluente.
La regulación en este lugar también es nula, el temor es el único presente.
Dentro de la localidad de Leogane, agua y más agua, el pequeño poblado prácticamente convertido en Venecia.
La sorpresa era evidente en cada rostro, ahora están arropados por el agua.
Leogane fue uno de los lugares más afectados con sismo del 12 de enero, ahora la inundación roba la calma de sus habitantes.
Abrumados por el agua y el lodo tratan de salvar las pocas pertenencias que conservan.
En las edificaciones la situación no es distinta a las de las casuchas, sin distinción alguna todos fueron invadidos por el agua.
Las autoridades del hospital local fueron los únicos en tomar medidas, desalojaron a los enfermos y a todo el personal médico antes de la llegada de Tomas.
El descontento parece ser el denominador común. En medio de la tragedia surgieron las manifestaciones. Fuera el gobierno, no queremos elecciones es la consigna.
Las elecciones generales están pautadas para el 28 de este mes, sin embargo, la decepción parece lesionar su paz.
Atraviesan las inundadas calles a fin de continuar con sus vidas.
La falta de agua potable, alimentos contaminados y el sistema sanitario colapsado, podrían agravar la situación.
Las medidas aseguran empiezan tomarse.
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