SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Unirse a otra persona en cuerpo y alma con la convicción de que serán felices para siempre, es una ilusión que no siempre llega a buen término.
En nuestro país más de 230 mil parejas, en los últimos 14 años, han entendido que convivir juntos es imposible optando por el divorcio.
Y cómo si el daño emocional no fuera suficiente, este acto civil sigue regido por una ley creada hace unos 78 años, convirtiéndolo en un proceso tortuoso y desigual. Esta semana pasada, el tribunal constitucional anulo uno de los artículos de dicha ley, que afectaba a las mujeres.
Cuando se realiza un divorcio se contempla que una unión válida se disolvió, sin embargo cuando se anula el matrimonio es porque la celebración del mismo fue inválida.
Los tribunales eclesiásticos están conformados por tres jueces, las partes y sus abogados, si hubiera abogados, el defensor del vínculo, que vendrá a abogar por la validez del matrimonio y el notario.
La celebración de matrimonios católicos está amparada en el canje de ratificaciones del Concordato intervenido entre la República Dominicana y la Santa Sede del 6 de agosto de 1954.