SANTO DOMINGO, República Dominicana.- La tarde del 12 de enero del 2010 representa un antes y un después en la historia del pueblo haitiano.
Un terremoto con magnitud de 7.0 en escala de Richter convirtió en cuestión de segundos al país más pobre de América en una especie de zona de guerra.
Desde entonces, las tareas de recuperación han sido lentas. Los ministerios, colegios, hoteles, oficinas, viviendas, iglesias y hasta el Palacio Presidencial, siguen arropados por los escombros.
Las casuchas improvisadas en los campamentos de refugio se han convertido en hogares permanentes de más de un millón de ciudadanos y las enfermedades se propagan y cobran vidas.
El valor y el coraje es lo único que no parece haberse perdido en esa nación.
Durante los días de sufrimiento tras la tragedia, la desesperación era visible en cada rostro, el dolor tomó el control, cualquier esquina se había convertido en una especie de morgue, los muertos tirados, los vivos deambulando, las instituciones desmoronadas.
Unos con otros se asistían, mientras llegaba la ayuda internacional, la furia no tuvo distinción ricos y pobres fueron embestidos. El terremoto afectó unas 14 localidades, incluyendo la capital, Puerto Príncipe.
Algunos atrapados por los escombros pedían auxilio. En ocasiones, los resultados fueron positivos, en otros desalentadores.
¿Los daños? difíciles de cuantificar, la cifra de fallecidos alcanzó los 250 mil, los cadáveres eran incinerados en las calles, algunos llevados a fosas comunes.
En tanto, los sobrevivientes se instalaron en refugios improvisados. Un año más tarde continúan en estos lugares.
Leslie Doudoute perdió su casa con el temblor, después de quedar en la calle, dice, no tuvo más opción que establecerse en una carpa, junto a sus siete hijos.
12 meses esperando, pocas esperanzas quedan, para algunos las posibilidades de un hogar seguro sólo forma parte de los recuerdos.
Las necesidades están latentes, la miseria los arropa, la desconfianza también.
Stefano Zannini, encargado de comunicación de Médicos Sin Fronteras, en Haití, dice no entender el retraso en la reconstrucción, alegando que tras la tragedia las donaciones llegaban de todos lados.
En un total descuido, los campos para refugiados, un fuerte hedor suele, muchos de estos, los desechos y las aguas negras no faltan en estos lugares, poco espacio, mucha gente, literalmente duermen unos encima de otros, realizan sus necesidades en la misma área donde cuecen los alimentos que escasamente consiguen. Aseguran el suministro de alimentos era sólo al principio.
Mihoko Goto, representante de la Cruz Roja Japonesa, en Haití no tarda en comparar la tragedia haitiana con el tsunami que ocurrió en Indonesia.
La situación podría empeorar, ante las presencia de promesas incumplidas.
En el transcurso de este tiempo aseguran que la única que no le ha dado la espalda, es la miseria. Por lo que la resignación toca la puerta de algunos.
El cólera desde octubre pasado se ha convertido en el nuevo dolor de cabeza para los haitianos.
Las medidas de prevención empiezan en los centros de tratamiento de la enfermedad, ubicados en las afueras de la ciudad para evitar el contagio de poblaciones cercanas.
Agua con 0.05 por ciento de cloro para las manos y el calzado, mientras que la que se ingiere debe contener 0.02 por ciento.
También se pudo observar a jóvenes a quienes llaman payasos pasan el día de hospital en hospital llevando el mensaje de prevención de una manera jocosa.
Evitar la propagación del cólera es la tarea de todos, pero la batalla por mantener la higiene suele perderse debido a la multitud.
Lo que tampoco se han recogido son los escombros, todavía en ruinas el símbolo de Gobierno, el Palacio Presidencial, ahora sus oficinas funcionan en el patio.
Según la organización humanitaria internacional Oxfam sólo un cinco por ciento de los escombros ha sido removido durante los 12 meses transcurridos.
En igual tiempo de 12 meses en que la comida ha faltado en las mesas, 12 meses donde el desorden, la frustración, la impotencia, el descuido y la desilusión se han apoderado de la rutina de los haitianos.
El gobierno haitiano ha decretado este miércoles 12 de enero como no laborable y como un día de tristeza nacional.
Se realizarán actividades para recordar a los más de 250 mil fallecidos y se darán a conocer nuevas estrategias para agilizar la recuperación de un país que está detenido en el tiempo.
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