SANTO DOMINGO, República Dominicana.-Su introducción en enero de 2007 llenó de expectativas a los conductores dominicanos. A cinco años de su aplicación por primera vez, los alcoholímetros adquiridos por el Estado dominicano brillan por su ausencia.
Entre los años 2003 y 2006 los accidentes de tránsito en República Dominicana ascendieron a casi 6 mil (5 mil 931).
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Aunque claro está que no todos los accidentes están vinculados al uso abusivo de bebidas alcohólicas, la llegada al país de más de un millar de alcoholímetros fue para muchos la panacea que acabaría con este problema que ha cobrado miles de vidas en los últimos años.
Carlos Vilalta, presidente de Vilalta Thecnology, empresa que tuvo a su cargo la importación de los alcoholímetros, explicó que “alrededor de 2007 más o menos en febrero por ahí, se comenzaron a hacer los entrenamientos a los AMET, más o menos fue en ese año”.
Sin embargo, pese a la fiscalización y a la entrada en vigencia de los alcoholímetros, entre 2007 y 2010 los accidentes de tránsito sobrepasaron los 7 mil 500 (7,591), según datos registrados por la Oficina Nacional de Estadística.
Es decir 1,660 más que en el cuatrienio anterior a la llegada de los aparatos para realizar la prueba de alcohol. El Ministerio de Interior y Policía, durante la gestión de Franklin Almeida, introdujo al país una primera partida de alcoholímetros. Cuatro meses más tarde se trajeron más aparatos. En total unos mil 300 alcoholímetros.
De acuerdo con Vilalta, de los pitillos desechables se trajeron 1,200 más, adicionales a los que traían los alcoholímetros, cada uno por un valor de 2 dólares. También se pidieron 1,500 baterías a un costo de 150 pesos cada una.
Sólo en alcoholímetros el Estado erogó 91,000 dólares. Otros 2,400 dólares se gastaron en los pitillos desechables adicionales, más 225 mil pesos en baterías.
En total unos 93 mil 400 dólares que calculados a la tasa de cambio de marzo de 2007 sumaría unos 3 millones 72 mil 860 pesos, más los 225 mil de las baterías, para un total de 3 millones 297 mil 860 pesos.
Cinco años más tarde el paradero de los aparatos es incierto.
Las discrepancias entre el Ministerio de Interior y Policía y AMET no deja dudas de que ambas instituciones desconocen el paradero de más de un millar de alcoholímetros.
El vocero de la AMET, José Jáquez, asegura que la institución tiene entre 40 y 49 alcoholímetros para entrenamiento, otros 41 están asignados al Departamento de Ordenamiento de Carreteras, o sea el DOCA, también de la AMET.
El ministro de Interior y Policía, José Ramón Fadul, es enfático al decir “porque no tenemos los cuerpos especializados para hacer este tipo de actividad es más propio de AMET que creo que lo hace con mucha eficiencia”.
Pero el vocero de la AMET enfatiza que desde hace más de un año los alcoholímetros están en manos del Control de Bebidas Alcohólicas (COBA).
Además de estar fuera de la vista de quienes debían velar por su buen uso, los alcoholímetros tampoco reciben el mantenimiento adecuado.
Vilalta, quien ganó la licitación para la importación de los aparatos desde España, asegura que notificó a Interior y Policía que mínimo anualmente los alcoholímetros deben ser calibrados, asegura que este proceso no se ha realizado.
Jáquez dice desconocer si los aparatos fueron revisados, aunque asegura que los que la AMET tiene en su poder no presentan problemas.
En los 5 años de uso de estos aparatos en el país solo se han comprado 2,400 pitillos, o sea los 1,200 que traen los aparatos e igual número que se pidió casi de inmediato.
Entre tanto unos 1,210 alcoholímetros tomaron un rumbo desconocido, tanto para la institución que los trajo al país, como para la que debía usarlos.
De las 736 mil 450 multas impuestas por los agentes de la AMET en los últimos dos años, solo 109 de ellas han sido a personas que conducen en estado de embriaguez.
Lo que si disminuyó, de acuerdo con las memorias depositadas en el Senado por la AMET, son las estadísticas de muertes reportadas por accidentes de tránsito durante el año pasado fueron 1,586, es decir 540 menos con relación a 2010.
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